María Blanchard vivió toda su vida buscando la belleza, una belleza que no pudo tener en su cuerpo. María Blanchard era jorobada y tuvo que sufrir el rechazo de todos aquellos que no pudieron soportar su aspecto físico. Pero María Blanchard consiguió aquella belleza deseada, la consiguió en su obra pictórica, que la convirtió en una de las artistas españolas más importantes de la historia.
Una caída fatal
María Gutiérrez Blanchard nació en Santander el 6 de marzo de 1881 en el seno de una familia burguesa. Su padre, Enrique Gutiérrez-Cueto, fue el fundador de El Atlántico, un famoso diario liberal. Su madre, Concepción Blanchard, era de origen francés. María fue la tercera de las cuatro hijas que tuvieron Enrique y Concepción.
Embarazada de María, su madre sufrió una caída que tendría consecuencias lamentables para el bebé que tenía que nacer. María nació con una deformidad en la columna que la dejó jorobada de por vida.
La deformidad de María marcó inevitablemente su carácter. Retraída y consciente del rechazo que provocaba, la pequeña se encerró en sí misma a pesar del consuelo y el cariño que recibió siempre de su familia y seres queridos. María soñó siempre con la belleza, que decidió alcanzar con la pintura, vocación que despertó en ella a una muy temprana edad.
Niña durmiendo - 1925 |
La belleza en el lienzo
En 1903, María marchó a Madrid para estudiar de manera profesional el arte de la pintura. Poco tiempo después se uniría a ella parte de su familia, tras la muerte de su padre. Emilio Sala, Álvarez de Sotomayor y Manuel Benedito fueron sus más destacados maestros y protectores. María destacó pronto con el pincel y en 1908 recibió una medalla por su obra Los primeros pasos. Su talento le permitió conseguir una beca del ayuntamiento de Santander para seguir estudiando en París.
Mujer con abanico - 1916 |
María Blanchard pronto se consagró como una gran artista alabada en los círculos artísticos de toda Europa. Durante mucho tiempo exploró los entresijos del cubismo, para abandonarlo por una pintura más tierna y emotiva. Al fin y al cabo, sus lienzos fueron la expresión viva de su amor por la belleza anhelada y un reflejo de sus sentimientos.
La gran pintora tuvo una vida bohemia, siempre vestida con el mismo atuendo, sin grandes lujos, metida de lleno en el deseo de pintar. A María nunca le importó hacerse rica con su arte. Al contrario, dio parte de su dinero a obras de caridad y llegó a mantener en su casa de París a sus hermanas durante un tiempo.
Maternidad - 1928 |
La vida de María Blanchard se apagó con tan sólo 51 años. Su condición física y su intenso trabajo, fruto de su talento e incansable esfuerzo, la debilitaron definitivamente. María pintó hasta el último momento. El 5 de abril de 1932 fallecía enferma de tuberculosis. A su entierro en el cementerio de Bagneux acudieron a darle el último adiós su familia, sus amigos y todos aquellos pobres desvalidos a los que no dejó de ayudar económicamente a lo largo de su vida.
Desaparecía aquella pequeña mujer, de apariencia desafortunada, pero con un gran corazón y un enorme talento. Regalaba al mundo del arte preciosas obras con las que recordarla.
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