
Para lograrlo, los científicos han silenciando el gen responsable de la producción de la enzima que se libera cuando cortamos la cebolla, y que es responsable de la irritación de las glándulas lacrimales de los ojos.
Los investigadores pusieron a prueba el invento aplastando un gran número de cebollas en el laboratorio, sin que a ninguno de ellos le cayera una sola lágrima, según informó a principios de 2008 el diario New Zealand Herald.
Aunque para probar el nuevo alimento transgénico habrá que esperar una década, el invento está ya en boca de todos.
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