domingo, 13 de octubre de 2013

Mitos y leyendas urbanas sobre los aviones





El aire que circula dentro del avión se cambia entre 10 y 15 veces por hora. Además, se redistribuye entre tres y cinco minutos, lo que hace pensar a muchos pasajeros que puede ser un lugar perfecto para que las enfermedades se propaguen. Sin embargo los aviones están equipados con unos filtros especiales, los HEPA (High Efficiency Particulate Air) que evitan que los contaminantes circulen continuamente de un lado al otro del avión. De hecho este tipo de filtros compuestos por fibra de vidrio llegan a tener eficiencias de hasta el 99,995 por ciento, lo que asegura una protección casi total. Así pues, estos sistemas de redistribución del aire no tienen ninguna peligrosidad para los pasajeros, como algunas personas presuponen








El miedo a las alturas es algo natural. Hasta quienes viajan habitualmente han sentido alguna vez la congoja de un posible accidente. Además, la creencia popular dice que la supervivencia a un accidente aéreo es prácticamente nula. Sin embargo, según un estudio británico de la Agencia de Seguridad Nacional sobre accidentes aéreos, la tasa de supervivencia a los accidentes fue de más del 95 por ciento. O lo que es lo mismo, las posibilidades de morir son de una entre 60 millones. Este dato convierte, de largo, al avión en el medio de transporte más seguro, cientos de veces más que el coche.  




Se pueden abrir las puertas de un
 
avión en pleno vuelo





La apertura de puertas en pleno vuelo es imposible por pura física. La altura a la que vuelan los aviones unidos a la velocidad a la que se desplazan hacen que la presión en el exterior sea menor que en el interior. Es como si el aire del interior estuviera continuamente empujando hacia fuera. Las puertas están diseñadas para abrirse hacia dentro, no hacia fuera de modo que es imposible que se abran por muy fuerte que tire una persona. Como apuntan desde Travelzoo, “de hecho, cuanto más alto vuela el avión, más selladas quedan sus puertas”. 






Según apuntan desde Travelzoo, “aunque está socialmente aceptada, no existe ninguna evidencia clara que relacione el uso de los dispositivos electrónicos con las interferencias”. Según explican, los aviones están específicamente aislados contra señales de radio ajenas, operando los sistemas de navegación a otra frecuencia de la de los teléfonos móviles. Sin embargo, en tierra sí que pueden existir problemas de comunicación. Desde Travelzoo señalan que “si alguien realizara una llamada de teléfono desde el avión, la señal rebotaría entre las diferentes torres de señal a la vez, lo que podría bloquear otras llamadas”.






La cantidad de alcohol en sangre es la que realmente determina los niveles de intoxicación etílica de una persona. La presión de la cabina durante el vuelo es aproximadamente la misma que a unos 2.500 metros de altura, lo que supone un ligero descenso de la cantidad de oxígeno que puede llegar a nuestro torrente sanguineo. A este respecto, desde Travelzoo explican que “sí es cierto que, al llegar menos oxígeno al cerebro a causa de la altitud y la presión, se puede incrementar la sensación de embriaguez, pero eso es todo”.












































































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